Archivos diarios: 21/09/17

Los vasos sanguíneos y la sangre


Los vasos sanguíneos y la sangre

Hay cinco tipos de vasos sanguíneos

  • Arterias
  • Arteriolas
  • capilares
  • Vanas
  • Vénulas

Al fluir la sangre fuera del corazón, pasa a la aorta, que es la arteria más grande del cuerpo.  Las arterias van haciéndose cada vez menores o más pequeñas al irse alejando del corazón; los vasos más pequeños que conectan las arterias y los capilares se llamas arteriolas.  Los capilares son tubos pequeños con el diámetro del tamaño de un glóbulo rojo simple, que pasan entre las células del cuerpo, conectando las arteriolas  y las vénulas.  La sangre que sale del lado distal de los capilares fluye  hacia el interior de las vénulas,  estos vasos pequeños de pared delgada, se vacían en las venas, y a su vez lo hacen en la vena cava.  Este es el proceso que retorna la sangre al corazón en el lado venoso del aparato circulatorio.  El oxígeno y los nutrientes pasan con facilidad de los capilares a las células, de igual forma los desechos y el dióxido de carbono se mueven hacia afuera de las células u al interior delos capilares.

Este sistema de transporte permite que el organismo se deshaga de productos de desecho.

En los extremos arteriales de los capilares, y en las propias articulaciones, hay paredes musculares circulares que se constriñen y dilatan bajo el control del sistema nervioso autónomo.  Cuando se dilatan, la sangre pasa a los capilares en proximidad a cada célula del tejido circundante;  cuando se cierran o contraen, no hay flujo sanguíneo capilar.  Los músculos de los vasos sanguíneos se dilatan y contraen en respuesta a ciertas condiciones como por ejemplo: el temor, el calor,  el frio o necesidades específicas de oxígeno así como también, la necesidad de eliminar los desechos metabólicos.  En un individuo sano, los vasos nunca están completamente dilatados ni totalmente contraídos al mismo tiempo.

El último componente del aparato cardiovascular es la sangre  (el contenido del contenedor).  La sangre tiene glóbulos rojos o eritrocitos,  glóbulos blancos o leucocitos, plaquetas y un líquido llamado plasma.  

Como se expuso en el capítulo del cuerpo humano, los glóbulos rojos son responsables transportar el oxígeno a las células y del transporte del dióxido de carbono, o producto de desecho del metabolismo celular, hacia afuera de las células  de los pulmones, donde es espirado y retirado del cuerpo.

Las plaquetas son responsables de la formación de coágulos sanguíneos.  En el organismo se forma un coagulo de sangre dependiendo de uno de los siguientes principios: estasis de la sangre, cambios en la pared vascular como en una herida y la capacidad de la sangre de coagularse, debido a un proceso patológico o por un medicamento.  Cuando se produce una lesión en los tejidos del cuerpo, las plaquetas comienzan a acumularse en el sitio de la lesión; esto causa que los glóbulos se vuelvan pegajosos y se junten formando grupos.  Cuando estos comienzan a aglutinarse, otra sustancia en el organismo, llamada fibrinógeno, los refuerza.  Este es el paso final en la formación de un coágulo sanguíneo.  Los coágulos sanguíneos son una respuesta importante del cuerpo para controlar la pérdida de sangre.  Algunas enfermedades que interfieren con el proceso normal de coagulación las veremos más adelante.

El sistema nervioso autónomo, vigila las necesidades del cuerpo de momento a momento y ajusta el flujo sanguíneo, adaptando el tono vascular, según se requiera.  Durante situaciones de urgencia, el sistema nervioso autónomo, redistribuye a sangre automáticamente, disminuyéndola de otros órganos hacia el corazón, el encéfalo, los pulmones y los riñones.  De esta forma, el aparato cardiovascular es dinámico y se adapta de manera constate a las condiciones cambiantes del organismo para mantener la homeostasis y la perfusión.  En ocasiones cuando el sistema falla al proporcionar circulación suficiente para que cada parte realice su propia función,  este trastorno se llama hipoperfusión o choque.